Las patatas son uno de los muchos productos que tenemos gracias al descubrimiento de América, y forman parte de nuestras vidas a tal grado que se puede decir que no podemos pasar sin estos humildes tubérculos, que nos han librado de más de una hambruna en la historia.
Sin embargo, debemos tener en cuenta que no todas las patatas son iguales, un error que cometemos en muchas ocasiones cuando hacemos la compra y que provoca que nos quejemos de lo "malas" que nos han salido cuando las cocinamos. Estas son las características que debe tener cada patata para cada tipo de cocinado:
Patatas para cocer
Las mejores patatas para cocer o hacer recetas de cremas y purés son de pulpa blanca y tienen un bajo contenido en almidón. Es mejor elegir las piezas más compactas para evitar que se rompan al cocer. Una de las clases más conocidas para este tipo de cocción son las de la variedad Mona Lisa, aunque hay otras muchas, como las Red Pontiac o las Kennebec.
Patatas para freír
Las patatas para freír deben tener un bajo contenido en agua. Las mejores son las que tienen la carne más amarilla y se recogen más tarde de todas. Las de la variedad agria son algunas de las más utilizadas.
Un consejo para freír las patatas: las cortamos y las sumergimos en agua para eliminar el almidón. Las secamos muy bien y las freímos en aceite muy caliente para conseguir unas patatas fritas doradas y crujientes.
Patatas para asar
Las mejores patatas para asas son las patatas nuevas o de temporada con textura harinosa. Principalmente adecuada es la patata spunta, una de las variedades más versátiles.
Miles de variedades
Dependiendo del tipo de terreno, la temperatura o la humedad, las patatas tienen infinidad de variedades. Desde las más habituales hasta las más llamativas como las patatas moradas o la papa negra canaria, tanto las posibilidades como las aplicaciones que tienen se pueden enumerar como infinitas.
Sea como sea, seguro que una buena guarnición de patatas seguirá siendo un acompañamiento estupendo para nuestras recetas. ¿Verdad?