La Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO), ha recomendado recientemente el uso de insectos y medusas para combatir las desnutrición y el hambre en el mundo, alegando que muchas de las especies tienen tantas proteínas como la carne y que se pueden obtener de un modo mucho más económico si las comparamos con la cría de ganado en el caso de los insectos, mientras que las medusas se pueden convertir en una fuente de alimento y a la vez un modo de combatir la plaga que parece ser la causa del descenso en la población de peces en lugares como el mediterráneo.
Si bien algunos cocineros ya han comentado que no estarían dispuestos a utilizarlos en sus preparaciones, sobre todo porque alegan que culturalmente no hay en nuestro país una tendencia a comer estas especies, si nos convendría tener algunas cosas en cuenta antes de atrevernos a decir que nunca comeremos este tipo de productos:
Dieta de dos mil millones de personas
Alrededor del mundo, sobre todo en África y Asia, se calcula que se consumen de manera habitual casi dos mil especies de insectos, y que forman parte de la dieta habitual de unos dos mil millones de habitantes, es decir, un treinta por ciento de la población mundial aproximadamente.
En realidad, ya comemos insectos
O algo parecido. Los caracoles no dejan de ser insectos con cáscara. Y a quienes digan que estos animalitos les dan asco, conviene recordar que los mariscos del tipo de los langostinos o las gambas, por ejemplo, son crustáceos y provienen de la misma familia que las arañas y otros insectos de tierra.
Una cuestión de comunicación
Cuando los primeros cocineros comenzaron a incorporar las algas a sus creaciones, todo el mundo decía que estaban locos y que jamás conseguirían incorporar este tipo de vegetales a nuestra dieta. Pero la realidad es que las algas ya forman parte de un modo u otro de nuestra forma de alimentación, de modo que, quién sabe, tal vez dentro de unos años entremos a un restaurante y pidamos con toda naturalidad un plato de medusas a la romana o unos saltamontes bien tostados.